Al héroe de mi vida
Voy camino a mi casa en Tecámac. A diferencia de otras veces, siento una gran incertidumbre, porque no sé lo que me espera.
Hoy por la mañana recibí la triste noticia de que mi papá nos dejó y quiero aprovechar esta oportunidad y estas líneas para contarles algo de él. Más allá del dolor de la pérdida, decirles que él y mi mamá prepararon con tanto amor el camino que me llevó a ser lo que soy hoy en día.
A Rubén Soto le debo el gusto por el trabajo, la perseverancia, la responsabilidad. Entre él y mi mamá construyeron mi casa desde sus cimientos, literalmente. Gracias a él aprendí a usar toda clase de herramientas y nunca supe cómo se las ingenió para hacer todo lo que hizo.
Fue el mejor jugador de fútbol que conocí. Todos en el barrio te admiraban, pues cuando estabas en la defensa, o pasaba el balón o pasaba el jugador, pero nunca los dos juntos.
Mi papá fue hasta sus últimos días jefe y administrador de una oficina de Correos de México. Siempre dio de más para lograr hacer su trabajo mejor, eso es algo que he imitado lo mejor que he podido.
Quiero decirles que la razón más fuerte para dar lo mejor de mí cada día es mi familia y que mi esperanza consiste en que en cada uno de mis logros y cada que me levante de mis fracasaos, él estará presente y se seguirá sintiendo orgulloso de mi como yo lo estoy de él.
Siempre he creído que mi labor como hijo es hacer que mis padres se sientan orgullosos de mí. Hoy gracias al apoyo de muchos me siento tranquilo porque no hace mucho mi papá vino a Guadalajara, a la presentación de la Fundación Iyari Alba, y regresó muy feliz de conocer al equipo ALBA, de saber que formo parte de este gran equipo, de saber que lo estoy logrando. Gracias a todos, por contribuir al éxito que lo hizo feliz.
“Somos como enanos a los hombros de gigantes. Podemos ver más y más lejos que ellos, no por la agudeza de nuestra vista o la altura de nuestro cuerpo, sino porque somos levantados por su gran altura.” B. de C. S XII
Al gigante que fue mi padre.